
Desde el Observatorio Valenciano de las Migraciones, tenemos tanto un propósito teórico, tendente a recabar la mayor cantidad de datos estadísticos y experiencias personales de todas aquellas personas que se hayan enfrentado al fenómeno migratorio en primera persona, tanto de los integrantes de la sociedad de acogida, como de aquellas personas que abandonaron sus países de origen para buscar un mejor futuro en otras naciones, siendo las migraciones internacionales el elemento fundamental de estudio del Observatorio. Pero de la misma forma, tenemos como eje central de actuación que toda la información que se obtenga nos sirva para convertirse en una fuerza propositiva que aporte nuevas herramientas a la sociedad para facilitar y conseguir un tratamiento eficaz del hecho migratorio, logrando una integración plena de los migrantes en la sociedad de acogida y que su papel en su nuevo mundo ayude a progresar y enriquecer su nueva comunidad.
La información que nos permita la elaboración de políticas integradoras debe venir desde todos los ámbitos científicos a nuestro alcance, tanto desde la sociología, la psicología, el derecho, la economía, como de cualquier otro enfoque que enriquezca y nos ayude a comprender en su máxima expresión un fenómeno transversal como es el de la inmigración. Por ello el Observatorio se nutre de un equipo multidisciplinar que no deje ningún ángulo de visión sin analizar, desde nuestras posibilidades.
Durante nuestro trabajo previo, hemos podido conocer de primera mano las diferentes dificultades que se encuentran las personas extranjeras y la sociedad de acogida en los procesos de integración, y podemos afirmar que, por lo general, esta integración se va produciendo de forma natural en los mejores casos en la primera generación, y en los peores en las segundas y terceras generaciones, ello siempre que no nos encontremos con barreras que impidan o dificulten sobremanera esta integración.
La voluntad de que la población migrante se integre debe ser una constante en cualquier sociedad que entienda que este fenómeno existe y existirá siempre en las sociedades humanas, es imparable y no depende de las ideologías políticas que primen en un determinado momento, por lo que es fundamental evaluar qué tipo de políticas son aquellas que mejor resultado puedan dar en el proceso de integración.

Dejando a un lado los modelos clásicos que se han desarrollado por parte de las naciones que han intentado tratar las migraciones (exclusión diferencial, asimilacionismo, multiculturalismo, etc), las políticas desarrolladas por los estados que acaban definiendo sus modelos tienen dos directrices fundamentales, aquellas políticas directas, las cuales son aquellas que se van a aplicar directamente a las poblaciones migrantes como colectivo, y que buscan facilitar el proceso integrador, y aquellas políticas indirectas, las cuales son aplicadas al conjunto de la población y que tienen efectos asimismo sobre la población migrante, pero no están diseñadas específicamente para este colectivo.
Partiendo de esta diferenciación, y si entendemos como fenómeno transversal la inmigración y su integración como proceso natural, deberemos llegar a la conclusión de que la mejor forma de lograr nuestro objetivo será ir removiendo todas aquellas barreras que, en todos los ámbitos de la vida (acceso al mercado laboral, acceso a educación, acceso a vivienda, etc), dificulten el proceso de integración, y para ello se antoja más prometedor el uso de políticas indirectas, y sobre todo, negativas. Cuando se usa el término de política negativa, nos estamos refiriendo a que mediante su uso se debe tender a eliminar comportamientos sociales que se dan en los países de acogida que comprometen la integración de la población migrante, por contraposición a políticas positivas que son aquellas que imponen la realización de conductas y la adopción de comportamientos en las sociedades de acogida, tanto para el colectivo migrante como para el receptor. A esta conclusión nos acerca la firme creencia de que la integración se da de forma natural en todos los aspectos, tanto en la adopción de la lengua, como de los usos y costumbres del país que acoge, siempre que no existan situaciones que lo impidan. De esta forma, la gran mayoría de los estudios que se han realizado, por ejemplo en relación al uso de la lengua, así como la propia vivencia por parte de sus protagonistas, nos muestran que, si bien puede que los migrantes de primera generación presenten dificultades en el dominio del idioma de la comunidad de acogida, y sobre todo durante los primeros años, éstas dificultades desaparecen por completo en la segunda generación de migrantes, quienes tienen un dominio del idioma significativamente similar al de la población mas arraigada, y en muchos casos superior. Lo mismo podemos decir en la adopción de los usos y costumbres. Un buen ejemplo es el del uso de nombres por parte de migrantes del Magreb en Francia para sus hijos así como el número de los mismos, observándose que en la segunda generación ya son una gran parte de estos migrantes lo que ponen a sus hijos nombres occidentales y típicos del país de acogida, y la estructura familiar ha pasado a ser la típica de estas comunidades, con uno, dos o como mucho tres hijos, abandonando los usos de los países de origen en los que las familias suelen ser más numerosas.
Este proceso natural de adaptación que se demuestra en la vida de los migrantes, debe hacernos plantear que la mejor forma de tener una comunidad cohesionada, libre de guetos que puedan poner en dificultades la integración, es la de identificar en qué momentos y lugares se dan las dificultades más importantes para ésta y actuar sobre las mismas. Los ámbitos en los que hemos podido ver mas dificultades, como profesionales que han trabajado al lado de los migrantes, los podemos encontrar fundamentalmente en el ámbito laboral, en el ámbito educativo o en el ámbito habitacional.

Son lamentablemente muchos los casos en los que nos encontramos con personas racializadas que no pueden acceder al alquiler de una vivienda como consecuencia de la negativa por parte de arrendadores que, en las mismas condiciones, prefieren alquilarlas a personas con rasgos occidentales, o empleadores que, ante el mismo nivel de estudios y experiencia, siempre preferirán a personas blancas con rasgos caucásicos que a un migrante que perciba como diferente, aún incluso teniendo el segundo mayores aptitudes que el primero.
Si estamos decididos a buscar una sociedad igualitaria, donde se respeten los derechos humanos y la no discriminación, y a lograr una convivencia sana y cohesionada entre los habitantes de una comunidad, es preceptivo que se eliminen ese tipo de comportamientos para que las personas migrantes no encuentren estas barreras que les hagan tanto más difícil integrarse en la sociedad de destino.
Si bien no debemos dejar a un lado la sensibilización, la explicación y la educación, a la hora de lograr que las personas que se encuentran entiendan que van a compartir necesariamente un espacio vital, porque, a día de hoy, se necesitan mutuamente, entendemos que no va a ser suficiente con esas herramientas para lograrlo, ya que seguimos entendiendo que son las relaciones materiales las que van a determinar las relaciones sociales y psicológicas, y no al revés. De esta forma, si un trabajador rechaza a un trabajador migrante únicamente por sus rasgos y origen, o lo somete a condiciones de abuso, y dichas actitudes quedan sin respuesta, por mucho que nos afanemos en sensibilizar acerca de lo perverso e inaceptable de dichas acciones, la realidad va a primar sobre el discurso, y las generaciones venideras seguirán viendo como posible, y por tanto como aceptable, dichos comportamientos. Lo mismo cabe decir del rechazo a arrendar viviendas a estas comunidades o a privarlos del acceso a determinados espacios sociales.
De esta forma, la propuesta de usar las políticas negativas iría en el sentido de facilitar por un lado, el acceso a lugares de denuncia donde se den estos comportamientos, hacerlos accesibles y publicitarlos de forma que las personas objeto de estos abusos sepan de forma rápida y segura donde poner en conocimiento estas situaciones. Por otro lado, se debe dotar a los organismos gubernamentales que reciban estas denuncias de medios para que se ejerza efectivamente el ius puniendi del Estado cuando se detecten estos comportamientos, de forma que las mismas reciban una sanción que haga muy costoso para las personas repetir estas injusticias cometidas.
Estas políticas pueden adoptar tantas formas como abusos se perciban en la sociedad, desde oficinas donde se reciban denuncias por discriminación inmobiliaria, donde se reciban denuncias por abusos a las trabajadoras del hogar o discriminaciones en el ámbito educativo. Por lo que se debe ser imaginativo a la hora de poner en marcha las distintas vías de actuación que el Estado puede ejercer para lograr una sociedad cohesionada. El ejercicio de este ius puniendi, el cual siguiendo las doctrinas jurídicas aportará tanto un elemento de prevención especial, pero por otro lado un elemento de prevención general, hará reducir notablemente estos comportamientos discriminatorios, y que aquellos que se produzcan, no queden sin castigo. Esto tendrá un doble beneficio. En primer lugar una tendencia a eliminar en lo inmediato las dificultades de integración que sufren las personas migrantes que se encuentran en este proceso, que redunde en una sociedad más inclusiva, igualitaria y cohesionada. Pero en segundo lugar, se tenderá a conseguir que mediante la eliminación de la mayoría de estos comportamientos, las generaciones venideras, no observen como natural o aceptable la discriminación en ningún ámbito social, al no darse estos patrones en la sociedad en la que viven. Y de esta forma, estas generaciones, acaben por desechar completamente el racismo y las actitudes que generan en el espacio social de convivencia.
Merci beaucoup Francisco pour votre luttes ! Dans quelle condition je peux bénéficier l’autorisation de migration auprès de votre Tutelle afin d’être embauchée !
Veillez me faire parvenir les infos nécessaires pour les droits d’intégration du Pays !
Je vous prie de vouloir bien m’orienter ?